"Cuentan que cierto día, un joven muy descarado se acercó a mi maestro de Tai-Chi y le dijo: - Abuelo, el arte marcial que usted enseña es sólo para ancianos y no sirve para nada – A lo que mi maestro contestó: - Verás hijo mío, hay dos clases de escuelas de artes marciales: las externas y las internas. Las escuelas externas enseñan a pegar fuertes patadas. Pero un burro, sin haber practicado nunca artes marciales, es capaz de dar patadas más poderosas. Además, un hombre, por mucho que entrene, nunca será tan fuerte como un elefante, y un toro hará huir a sus enemigos con mayor premura que cualquier estudiante de estas escuelas. Sin embargo, los maestros internos enseñamos a combatir enemigos invisibles, que además son los más poderosos, como la vejez, la enfermedad y la muerte. El practicante de Tai-Chi que ha logrado encontrar a un verdadero maestro interno, por el secreto de nuestro arte, sabe esquivar la enfermedad, y ésta no suele tocarle. La vejez le llegará sin pasarle factura y, cuando la muerte le quiera sorprender, estará preparado. Así que ya ves que no es que sólo los viejos practiquemos Tai-Chi, sino que los que practicamos Tai-Chi, llegamos a viejos."
No hay comentarios:
Publicar un comentario